sábado, 25 de febrero de 2012

De libro Deseo-Placer. Beatriz Gimeno. 2009

La directora siempre ha sabido que placer, miedo y vergüenza son sentimientos físicamente muy parecidos y ahora no lo piensa, ahora lo sabe; porque si logra apartar de la cabeza y del entendimiento consciente la fuente de la que uno y otro nacen, y abstraerlos, despertarse en medio de la noche sacudida  por un orgasmo inesperado que se aleja o por una riada de pánico que la recorre como una corriente eléctrica, es casi lo mismo, ambas sensaciones dejan en su cuerpo idénticas señales: un sudor frío y punzante que se pone en las axilas, pero también en los genitales, el vaciamiento de las articulaciones, el globo que crece en el estómago, el mismo ardor interior que recorre las venas regando con un río de sangre ardiente la superficie de la piel, el latir desacompasado del corazón que se desboca, y cuyos latidos se sienten no sólo allí, sino también en las yemas de los dedos y en las sienes, el mismo temblor en los miembros, que es como si se llenaran de aire y no pudieran después con su propio peso, y el mismo agujero que se abre en las entrañas, vaciándose primero, llenándose después y finalmente todo ello explotando en un lugar indeterminado del cuerpo que a veces es en el cerebro, a veces es en el sexo, a veces es en el centro del pecho.
Así responde el cuerpo al orgasmo, al miedo y ahora descubre que también a la vergüenza . Será que nuestro cuerpo es limitado y que no dispone de otras manifestaciones físicas que esas para todo y es el cerebro el que tiene que decirle a cada quien de qué se trata”.
(Deseo, Placer: Inéditor, A Coruña 2009)